Vamos a hacer un sencillo ejercicio.
Lo mismo te lleva a después de este email vender más caro o dedicando menos tiempo.
Incluso a que los clientes dejen de pedirte que les soluciones tonterías y cosas que ni te van ni te vienen.
Pongamos que hasta ahora ibas a ver la casa / parcela/ local / espacio del posible cliente cuando te contactaba.
Y a partir de ahora te lo prohíbe el médico. Es cuestión de jugarte tu salud o vivir sana y longevamente.
Te ves obligado a dejar de recorrer kilómetros y poner tiempo de más para ver a un todavía no cliente.
Piensa que aún así tienes que pasar unos honorarios.
¿Cómo lo harías?
¿Qué honorarios defines? Sin ver el lugar.
Puedes hacer preguntas, la interacción en conversación u online no está prohibida. El desplazamiento sí, no se vale.
Venga, piensa. ¿Qué necesitas saber para pasar esos honorarios? Pregunta.
Atrévete, ve definiendo la cifra.
Ante la duda, ya sabes… tira para arriba.
Sí, j0der, sin miedo. Que no puedes ir al sitio, tira para arriba los precios.
Vale, pues esa cifra, ya nos vale.
Ahora que venga él, la reunión en tu oficina. U online si quieres.
Es ahí donde le sueltas la cifra.
Esto lo están aplicando arquitectos que cierran proyectos en una hora. Que convierten a un desconocido en un cliente.
No, no lo hacen tirando los precios, por si te lo preguntabas. Más bien al revés.
¿Y ya está?
Para la venta, ejecutar esto bien podría ser suficiente.
Aunque no te olvides que tu cliente te ha buscado antes en Google. Ni de que antes de la venta están la publicidad y el marketing.
En la medida en que eso haga que tu posible cliente se deslice hacia ti arrastrado por una fuerza magnética que no es consciente de que existe, se convertirá en tu cliente con menos esfuerzo.
Otras piezas necesarias para dejar de pensar que todo es culpa de que tu familia no tiene contactos, te las cuento en mis emails gratuitos.
Dejas tu dirección aquí debajo y empiezas a recibirlos: