El otro día en Linkedin un tipo desvelaba el mayor secreto del éxito de cualquier negocio.
Y de cualquier persona.
Eso que evita que dentro de unos años alguien diga:
- Yo quería estar haciendo viviendas de lujo pero al final, con las cédulas de habitabilidad y los certificados energéticos tampoco me va mal.
Incluso muchas veces, grandes empresas, no acaban de tener esto bien claro. Y se van despistando. Aunque ellos se crean que no les acaba de ir mal.
Hasta que llega el día en que les va del todo mal.
He conocido historias de pequeños negocios que no acababan de despegar y que cuando tuvieron esto claro, volaron.
Muy por encima del resto.
Salieron disparados.
Ese hombre en Linkedin decía que el valor número uno de una organización ágil es:
un propósito claro.
También la adaptabilidad operativa. Pero esto viene detrás de lo de antes.
Quédate con el propósito. Pero el propósito claro.
Que no es eso que hacen muchos negocios de tener una visión que da risa y un plan a largo plazo.
Si no luego viene el:
- Cómo ha volado ya otro año y todo sigue igual.
- Ya me gustaría que me llegaran otro tipo de proyectos pero al final, son estos los que tengo.
- Cada día es una lucha que parece que no llega a ningún fin.
Una cosa que importa mucho del propósito es tenerlo muy presente cuando las cosas se tuercen.
Antes de tirarte a quemar energía a la desesperada para luego sentir que el mundo está muy mal.
Que el sector es así y no hay nada que hacer.
Cuando un negocio pone claridad en su propósito, cambia la vaina.
Es como tener delante arquitectura buena o mala. No son lo mismo. Aunque algunos vean solo el envoltorio y se publique en muchas revistas.
Otros prefieren olvidarse de envoltorios y construir las bases de un negocio de verdad:
Consultoría estratégica para arquitectos
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P.D.: En el link de arriba para llegar a un formulario y que vea si podríamos trabajar juntos.